El poder de conocer nuestras sombras

A menudo referimos a la personalidad para hacer referencia a nuestras virtudes. Nuestros puntos de luz. «¿Lo bueno?». Desde luego lo que resalta, o en ocasiones incluso, lo que nos hace sentirnos útiles y productivas.
 
¿Dónde queda pues, el hueco para todo lo que no nos gusta de nosotras? ¿Dónde está el espacio para las otras partes de mi? Ellas también tienen un valor y no solemos referirnos a ellas cuando planteamos la personalidad. ¿Quién soy si no me permito mencionar mis sombras? Solo mis luces son una visión sesgada e inhumana de mi.
 
El trabajo con aquello que no nos gusta tanto, en primer lugar pasa por reconocerlo. Por sentir cómo nos molesta ver en otras personas aquellas partes de nosotras que odiamos. Luego respirar. Después descansar. Ponerse de nuevo con la inocencia del que descubre, preguntarse «¿qué hará esta parte por mi?»: sí, incluso con las que menos nos gustan. Para cambiar tenemos que conocer.
 
La idea es que sin el trabajo de sombras, las luces no tienen sentido. El conocimiento otorga poder y en última instancia, favorece y moviliza al compromiso.
 
Tengo la capacidad de elegir qué hacer con aquello que no me gusta de mi.
 
Darse cuenta. Respirar. Descansar. Preguntarse. Cambiar.
Desde Psicología Tres medios te mandamos un abrazo.