Rabietas en niños/as y cómo gestionarlas
Las rabietas son una parte normal del desarrollo infantil, especialmente en niños pequeños que aún están aprendiendo a manejar sus emociones. Sin embargo, esto no las hace menos desafiantes para los padres y madres. En esta entrada de blog, te ofrecemos consejos prácticos sobre cómo gestionar las rabietas de tu hijo/a de manera efectiva y con empatía.
¿Por qué ocurren las rabietas?
Antes de abordar cómo gestionar las rabietas, es importante entender por qué ocurren. Lxs niñxs pequeñxs a menudo tienen rabietas porque:
1. Limitada capacidad de comunicación: A esa edad, los niños aún no tienen las habilidades verbales para expresar lo que sienten o necesitan, lo que puede llevar a frustraciones.
2. Deseo de independencia: A medida que los niños crecen, comienzan a querer hacer más cosas por sí mismos. Cuando no pueden hacerlo o se les niega algo, pueden reaccionar con una rabieta.
3. Cansancio, hambre o incomodidad: Estos factores físicos pueden hacer que los niños sean más propensos a tener rabietas.
Estrategias para gestionar las rabietas
Aquí te compartimos algunas estrategias que pueden ayudarte a manejar estas situaciones de manera más tranquila y constructiva.
1. Mantén la Calma
Es natural que una rabieta te ponga nervioso/a o frustrado/a, pero es crucial mantener la calma. Los niños/as tienden a imitar el comportamiento de los adultos, por lo que si mantienes la compostura, será más fácil para ellos calmarse.
2. Evita la negociación
Durante una rabieta, el niño/a no está en una posición para razonar. Intentar negociar con él/ella puede prolongar la rabieta. En su lugar, mantén las respuestas breves y tranquilas.
3. Establece límites claros
Es importante que el niño/a entienda que ciertas conductas no son aceptables, pero asegúrate de establecer estos límites de manera firme pero cariñosa. Por ejemplo, podrías decir: «Sé que estás enfadado, pero no podemos golpear«.
4. Distrae o redirige la atención
A veces, simplemente cambiar el enfoque del niño/a hacia otra actividad puede ayudar a desescalar la situación. Ofrecer un juguete favorito o proponer un juego puede ser una manera efectiva de calmar a tu hijo/a.
5. Reconoce las emociones de tu hijo
Asegúrate de que tu hijo sepa que comprendes sus emociones. Decir algo como «Veo que estás muy frustrado/a» puede hacer que se sientan comprendidos y puede reducir la intensidad de la rabieta.
6. Dale tiempo y espacio para regularse
Si la rabieta es intensa, darle un poco de espacio y tiempo puede ser útil. A veces, los niños necesitan un momento a solas para calmarse, siempre y cuando estén en un lugar seguro.
Después de la rabieta
Una vez que la rabieta ha pasado, es importante hablar con tu hijo/a sobre lo ocurrido. Hazlo de manera sencilla y comprensible para su edad, y asegúrate de reforzar que está bien sentirse frustrado o enojado, pero que hay mejores maneras de expresar esas emociones.
Ejemplo: «Sé que estabas muy enfadado cuando no pudiste tener el juguete. Cuando te sientas así, podemos hablarlo en lugar de llorar o gritar».
Cuándo buscar ayuda profesional
Las rabietas son normales, pero si notas que son muy frecuentes, intensas, o que tu hijo/a tiene dificultades constantes para calmarse, puede ser útil consultar a un profesional de la psicología, que pueda ayudarte a entender mejor las necesidades emocionales de tu hijo/a y a desarrollar estrategias específicas para gestionar estas situaciones.